8 de agosto de 2008

Sobre ladrillos y coordenadas II

(Sobre un ejercicio realizado en el Taller de Creación de Universos el 26-7-08 en Objeto a. Segunda parte.)

Una idea que le pedimos prestada a la física. Basta con entender la idea intuitivamente para los propósitos de este artículo. Fíjense en la Figura 1. Es una tabla, con una esfera. La tabla está suspendida a varios metros de altura. Los puntos A y B están a la misma altura. La esfera no se mueve.

No importa si la distancia del piso son 100 metros o un kilómetro, da igual. Ahora fíjense en la Figura 2.

Los puntos A y B están a alturas diferentes y la esfera gira. Como se ve, no importa demasiado a qué altura está cada extremo del plano, sino la diferencia de alturas entre uno y otro extremo (en el caso de la figura, 100 metros). Esa diferencia de alturas es la que produce el avance de la esfera.

Usemos otro ejemplo. ¿Por qué se enciende la lamparita del circuito siguiente?

Cuando la batería está cargada, uno de los polos tiene potencial negativo y el otro positivo. Los electrones que forman la corriente eléctrica van del punto de menor potencial (los electrones tienen carga negativa) a uno de mayor potencial. Si la batería estuviese descargada, la diferencia de potencial entre ambos polos de la batería sería mínima y prácticamente no habría corriente. Una vez más, lo que provoca el movimiento es “la diferencia”.

Analicemos entonces lo que le pasa al contador Pereti del post anterior. En la primera frase del ejercicio (“El contador Pereti caminaba”), lo imaginamos en su ámbito natural. Tenemos una coordenada (el contador) e imaginamos naturalmente otras que son afines a este personaje. Intuitivamente tendemos a situarlo en su “ámbito natural”. Esto se parece mucho a lo que pasa en la Figura 1. El personaje y su entorno están “a la misma altura”.

Sin embargo, si agregamos una coordenada disonante la cosa cambia. Cuando decimos “El contador Pereti caminaba entre los edificios derruidos”, inmediatamente se disparan las posibilidades. El personaje (un contador) y el entorno (los edificios derruidos) no parecen estar a la misma altura. Hay un contraste. Y ese contraste hace que la esfera narrativa avance, provoca el flujo de ideas que enciende la lamparita. Es, en definitiva, el “fiat lux” de nuestro universo.

Si leyeron los posts sobre Pedro Mairal y Rafael Pinedo verán que sus universos nacieron de diferencias de potencial (metafóricas, claro) parecidas a la del contador Pereti, donde las coordenadas planteadas no están a la misma altura (o, si prefieren el ejemplo de la lamparita, no tienen el mismo potencial), y por lo tanto disparan la necesidad automática de crear un universo especial que incluya esas dos coordenadas. Como decíamos en el ejercicio anterior: ¿Qué le pasó al mundo que conocemos para que el buen contador Pereti esté caminando entre esos edificios derruidos y bajo ese sol en enfermo? ¿Qué historia tiene el contador Pereti para contarnos?

Esto es tan sólo un modelo de cómo, partiendo de una serie de elementos (personajes, entornos, acciones), se puede iniciar el Big Bang de un universo narrativo. Por supuesto que hay otros modos.

Les propongo un ejercicio. Escriban en un papel una lista de personajes (variados, al azar), identificándolos por etnia, profesión, edad, especie a la que pertenece, etcétera, y agregando un adjetivo que le dé algún “color”. Por ejemplo:

  • Capitán estelar
  • Psicólogo telépata
  • Cazafantasmas escéptico
  • Bombero cobarde
  • Músico genial
  • Ejecutivo joven
  • Duende ladrón
  • Taxista “versero”

El ejercicio sale mejor cuanto más personajes escriban en la lista y cuánto más diferentes sean esos personajes.

Ahora ubiquen a estos personajes en ambientes donde podrían estar. Otra vez, agreguen un adjetivo o alguna aclaración (puede ser incluso una situación) para precisar algo más de ese entorno.

  • Capitán estelar --> Nave espacial fuera de control
  • Psicólogo telépata --> Estación base en planeta desierto
  • Cazafantasmas escéptico --> Mansión embrujada
  • Bombero cobarde --> Iglesia incendiada
  • Músico genial --> Teatro de pueblo
  • Abogado joven --> Rascacielos corporativo
  • Duende ladrón --> Bosque encantado
  • Taxista “versero” --> Microcentro porteño

Ahora desplacen los entornos uno o dos puestos hacia abajo (los últimos entornos reingresan por el tope de la lista), o hacia arriba (los primeros entornos reingresan por el final de la lista). También pueden elegir mezclar sin reglas, por mera inspiración.

  • Capitán estelar --> Estación base en planeta desierto
  • Psicólogo telépata --> Mansión embrujada
  • Cazafantasmas escéptico --> Iglesia incendiada
  • Bombero cobarde --> Teatro de pueblo
  • Músico genial --> Rascacielos corporativo
  • Abogado joven --> Bosque encantado
  • Duende ladrón --> Microcentro porteño
  • Taxista “versero” --> Nave espacial fuera de control

Elijan la combinación más prometedora (probablemente la que brinda más contraste) para desarrollar una historia, o al menos para imaginar el principio de la historia. (Personalmente prefiero la del taxista “versero” en la nave espacial fuera de control.) ¿Por qué ese personaje está en ese entorno? ¿Cuáles son las consecuencias? ¿Cómo se desenvuelve? ¿Cómo le afecta al personaje? ¿Qué les pasa a los demás que habitan en ese lugar? ¿Qué conflictos surgen?

Si hacen el ejercicio entre varios, entonces mucho mejor: unos escribirán listas de personajes, otros de entornos, y luego las pondrán en común, eligiendo cada cual una posible combinación de personaje y entorno. Esta vez, al ser generados de forma totalmente independiente, los contrastes seguramente serán mayores. En la clase gratuita pudimos ejercitar esta última modalidad.

Hasta la próxima.

5 de agosto de 2008

Sobre ladrillos y coordenadas

(Sobre un ejercicio realizado en el Taller de Creación de Universos el 26-7-08 en Objeto a. Primera parte.)

Tomemos esta frase, cuatro palabras:

El contador Pereti caminaba.

¿Qué sugiere esa frase? ¿Qué imágenes aparecen en tu mente cuando leés “El contador Pereti caminaba”?

Levantá la vista de la pantalla y tomáte unos minutos. No sigas leyendo hasta que termines de figurarte la imagen mental de esta frase.

Algunos participantes hablaron de señores de edad madura (alguien dijo “canoso”, a otros les pareció más joven), vestidos de camisa y corbata (algunos mencionaron el saco, otros no), caminando por el Microcentro porteño a la salida del trabajo (o a las tres de la tarde). Otros lo ubicaban dentro de una oficina.… ¿Hay coincidencia con tu imagen mental?

Agreguemos a esa frase tres palabras:

El contador Pereti caminaba entre los edificios.

¿Cambia en algo la imagen mental? Evidentemente el contador ya salió de la oficina. Es una escena de exteriores, y sí, podría ser en el Microcentro.

Agreguemos una palabra más, una solita. Leé con atención:

El contador Pereti caminaba entre los edificios derruidos.

Cuando escribí (y leí) esta palabra, pasó algo que trascendió el espacio de las imágenes mentales. Se produjo un silencio. ¿Te pasó lo mismo? ¿Por qué? Sólo agregué una palabra.

Algunos dijeron que el contador estaba vestido igual, pero que la ropa estaba sucia, gastada, llena de polvo. Imaginaron accidentes, terremotos… Por alguna razón, imaginaron un ambiente polvoriento, seco. La imagen los implicaba de alguna forma: una cosa es ver a un profesional caminando en su “medio natural”, y otra muy distinta es que esa misma persona transite a través de una zona de desastre. Volveremos sobre el tema.

Consultados sobre la escala del accidente o de la catástrofe, la idea general era que podía abarcar una manzana, un barrio, o toda una ciudad.

Un último agregado:

El contador Pereti caminaba entre los edificios derruidos, bajo un sol púrpura.
¿Qué implica un sol que, al menos desde el punto de vista del contador, se ve de otro color? O bien hablamos de un fenómeno atmosférico (sin excluir la contaminación ambiental), o bien le pasó algo al sol. En todo caso, la escala de la catástrofe es mucho, mucho mayor de lo imaginado. ¿Nacional? ¿Global?

Tomemos entonces la frase completa:

El contador Pereti caminaba entre los edificios derruidos, bajo un sol púrpura.

Son sólo cuatro ladrillos que sugieren un mural completo:

  • Un personaje: El contador Pereti
  • Una acción: Caminar
  • Escenario 1: Edificios derruidos
  • Escenario 2: Un sol púrpura
¿Hace falta más? Como lectores, estas cuatro coordenadas nos alcanzan bosquejar ese universo donde transcurre la acción. Esas cuatro coordenadas nos ponen sobre aviso, nos abren la cabeza. Surgen las preguntas: ¿Qué le pasó al mundo que conocemos para que el buen contador Pereti esté caminando entre esos edificios derruidos y bajo ese sol en enfermo? ¿Qué historia tiene el contador Pereti para contarnos?

Volvamos por última vez a la frase que disparó este ejercicio, y probemos cambiar la palabra "caminaba" por sus sinónimos aparentes: avanzaba y deambulaba. ¿Nos sugieren lo mismo? Pueden parecer sinónimos, pero son ladrillos diferentes: coordenadas que apuntan hacia otros puntos del espacio. Si no lo notan, prueben con buscar esos tres verbos en un buen diccionario. ¿En qué caso la acción implica tan sólo un movimiento sin dirección, un contador desanimado por las circunstancias? ¿Qué palabra sirve para hablar de progreso en la acción, de un propósito de nuestro personaje al moverse?

Cuatro coordendas alcanzan para delimitar este universo. Un universo de palabras, claro. Porque de eso se trata el arte del narrar: de pulsar algunas cuerdas en las mentes de los lectores a través de palabras y frases precisas (afinadas), para que vean lo que el narrador desea transmitir. Esto debe hacerse discreta y eficazmente. Así como no sirve tocar todas las teclas del piano a la vez, tampoco sirve llenar nuestra narración de palabras disfuncionales o frases redundantes. Sólo con economía de recursos y una buena afinación "la melodía" narrada será clara, y le permitirá al lector llenar los silencios, involucrarse en el relato creativamente, y aún así arribar al punto exacto donde el narrador quiere que llegue.

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Dando vuelta la página, les sugiero que vuelvan a leer los artículos de “El tratamiento de las ideas” (I y II, sobre todo), e intenten relacionarlo con el pobre contador Pereti. Porque va surgiendo una posible manera de tratar ideas para crear universos. Yo la llamo “Diferencia de potencial”.

Lo desarrollaremos en el próximo post.