28 de junio de 2009

El tratamiento de las ideas (III)

¿Cuál es el origen de un cuento o una novela? ¿Cuál es la semilla y cómo se desarrollan los argumentos a partir de allí? En el diario Clarín del 28 de junio de 2009 (págs. 50 y 51), ocho escritores explican cómo se originó la semilla del relato. Elegimos tres: Ana María Shua, Guillermo Martínez y Pablo De Santis.

Administrar un chispazo, una imagen, una intuición, lo que sabemos de una persona peculiar en pos de la construcción de un relato es un proceso bastante azaroso. Generalmente es necesario que dos o más ideas se unan (en otras oportunidades, llamamos a estas ideas o imágenes “coordenadas”), o al menos intenten unirse. Incluso puede haber etapas de búsqueda de documentación para terminar de redondear la historia.

El caso de Ana María Shua con su cuento “La revancha”, publicado originalmente en 2001 y republicado hace unos meses en Que tengas una vida interesante (Emecé) resume varios de estos aspectos. En la nota, Shua cuenta que la historia se fue formando tributariamente. Dice Shua en la nota:

Hace años Olguín me propuso escribir un cuento de box para una antología. Dije que sí y me arrepentí: de box, no sabía nada.

Tiempo atrás había escrito para una revista sobre el asesinato de la mujer de Monzón. Hasta ahí llegaba. ¿Qué hacer? Decidí avanzar por ese camino. Empecé por una librería de revistas usadas. "Busco El Gráfico del ´79, la pelea de Monzón y Benvenutti", le dije al señor que atendía.

El hombre se transfiguró. "¡Qué pelea!" me dijo "¡Nunca me voy a olvidar cuando sobrevino esa piña de Monzón!" Y yo supe que mi cuento estaba en esa palabra: "sobrevino". Una palabra que yo jamás hubiese usado y que era perfecta, necesaria. El señor Jorge era un fanático del box. Y también un gran narrador. Su habla tenía color, tenía juego.

Soy tímida, pero junté coraje y le pedí permiso grabarlo. Ahí estaba todo. La trama del cuento se me fue ocurriendo después. Combiné los conocimientos del señor Jorge con la historia un primo que había nacido con doble luxación de cadera. Y al narrador le agregué una característica de una chica conocida que tenía una fe muy extraña en el poder de los ángeles. Así construí "La Revancha".

En el caso de Guillermo Martínez y Acerca de Roderer, el disparador tuvo que ver con dos personajes de la vida real y sus respectivos entornos. Como si la realidad machacara con un nuevo estereotipo. Martínez no lo menciona en la nota, pero probablemente, a la hora de encarar el argumento, se habrá preguntado: ¿Cuáles son las inquietudes de un personaje de este tipo? ¿Qué cosas lo motivan? ¿Cuál será su búsqueda o su destino?

Dice Martínez en
la nota:

En Bahía Blanca, cuando tenía quizá doce años, un amigo a quien yo derrotaba fácilmente al ajedrez me llevó en venganza a la casa de un primo segundo o tercero, un poco mayor que nosotros. Era una casa antigua y oscura y nos salió a recibir la madre. Este primo parecía vivir encerrado a solas en la penumbra mortuoria de su cuarto. Recuerdo que jugaba de una manera indirecta y extraña. Mi amigo me contó que había aprendido solo, reproduciendo partidas de los libros. (…) Ya en la universidad, todavía en Bahía Blanca, tuve un compañero que era también retraído y silencioso, muy alto y flaco, con la apariencia de alguien que no está enteramente en este mundo. Un día enfermó y con un par de amigos le llevamos a su casa los apuntes de clase. Salió a recibirnos la madre y yo sentí que, como en un túnel del tiempo, entraba otra vez a la misma clase de casa y me asomaba, otra vez, al mismo misterio. En la habitación de nuestro compañero había unos cuadros muy vívidos que él pintaba, a la manera de El Greco…

El trabajo de Pablo De Santis para El enigma de París parece haber sido más arduo y artesanal. Consistió en organizar y dar vuelo a un misterio de su juventud: los avisos de las escuelas de detectives que aparecían en las revistas que leía entonces. Aquí hay un proceso de imaginación dirigida, porque lo único que hay es un punto de partida. Desde luego, a lo largo de este proceso pueden aparecer nuevas coordenadas. Durante la presentación del libro (en julio de 2007), De Santis señaló otra de las coordenadas que originaron el relato. Explicó que siempre le había gustado la relación entre los asistentes y los detectives, citando al capitán Arthur Hasting (asistente del detective Hercule Poirot, de Agatha Christie) y a John Watson (adlátere de Sherlock Holmes), como personajes con más características humanas que los protagonistas. Probablemente la tercera coordenada sea histórica: el relato se ubica inicialmente en el Buenos Aires de las postrimerías del siglo XIX, determinando así un cierto tipo de protagonista: el hijo de un zapatero inmigrante. ¿Su destino? Terminar en Paris, y conviviendo codo a codo con los grades detectives del mundo.

En estos dos posts, otros dos autores hablan de cómo se originaron sus novelas:

19 de junio de 2009

Sacando voces de nuestra cabeza

El diálogo es una parte importante, aunque no imprescindible del cuento. Tiene reglas y cumple funciones específicas, algunas de las cuales están detalladas en el maravilloso libro de Enrique Anderson Imbert Teoría y técnica del cuento.

Veamos sumariamente algunas (*):
  • Organización de la trama.
  • Información y explicación de los hechos a cargo de los interlocutores, con lo que se aligera el material expositivo.
  • Escenificación: similar al teatro.
  • Caracterización: personalidad de los personajes al hablar, o al describir a uno ausente.
  • Excitación a la curiosidad del lector, con pistas, advertencias, promesas.
  • Retrospectiva y presentación: Contar el pasado a la vez que se presenta al personaje.
  • Reducción, en boca de los personajes, de acontecimientos que por estar muy desparramados a lo largo de la trama se pierden de vista: sería, así, una apretada síntesis de la acción.
  • Ambientación: agrega color local, voces características.

Pero, ¿cómo puede escribirse un buen diálogo? A continuación, algunos tips:

  1. Reflexionar: ¿Por qué o para qué estos personajes quieren (o necesitan) dialogar? Hablamos de las motivaciones que llevan a dos personajes en la ficción a entrar en un diálogo. ¿Necesitan intercambiar información? ¿Qué clase de información? ¿Es inevitable que dialoguen porque viven juntos?
  2. Pensar: Para qué necesita el narrador incluir un diálogo (esto se relaciona con lo expuesto aquí (*)). Ésta es una decisión estratégica. Pueden escribirse cuentos sin necesidad de diálogos. ¿Molesta el diálogo el flujo del relato?
  3. También debe pensarse en qué condiciones llegan los interlocutores a ese diálogo. ¿Es la primera vez que dialogan? ¿Hay recelo? ¿Es un diálogo abierto y franco? ¿Qué tipo de emoción embarga a los interlocutores en ese diálogo? ¿Hay relaciones de poder involucradas (uno obliga al otro a entrar en este diálogo)? ¿Hay roles en juego? (diálogos entre un detective y un sospechoso, entre un padre y un hijo, entre un jefe y su secretaria, entre amantes).
  4. ¿Cuál es el escenario donde se desarrolla el diálogo? El entorno a menudo impone un cierto tono a lo que se habla (imagínese un diálogo en una sala velatoria, a cinco metros del cuerpo o, por el contrario, el mismo diálogo dentro de una oficina, o una cancha de fútbol). ¿Cuál es el medio? (diálogo telefónico, chat, carta, cara a cara, por videoconferencia, cada sistema plantea un tono y una forma de dialogar). ¿Hay interferencias y limitantes? (oídos indiscretos, o ruido de fondo, o llamadas telefónicas que hay que atender sí o sí).
  5. ¿Cómo hablan los interlocutores? Una buena ficha de personaje puede ser de utilidad en este caso. Pero, junto con la ficha, es necesario que el escritor interiorice ese personaje: lo escuche hablar.
  6. Los personajes no sólo hablan. Se mueven, dudan, cambian de tono y de emoción en la medida que el diálogo se desarrolla y se revela información. Además, existe un diálogo gestual que tenemos que retratar como apoyatura de lo que los interlocutores dicen.